Es entendible que los
padres se desesperen para que sus bebés duerman toda la noche. Todos queremos
tener un sueño reparador por las noches para poder funcionar efectivamente al
siguiente día en nuestras rutinas y lugares de trabajos. En nuestro afán de
recuperar la rutina que se tenía antes de la llegada del bebé, recurrimos a las
recomendaciones y técnicas de los expertos.Todo el mundo, desde la suegra hasta el panadero de la esquina,
se creen con potestad de opinar sobre cuestiones que les incumben
únicamente a los padres. Este es justo el momento preciso en el que algún opinólogo aprovecha para mencionar las bondades del susodicho método de Estivill o, mejor aún, para aparecer por casa con el “Duérmete Niño” o el nuevo "A dormir!" envuelto en un precioso papel de regalo.
Millones de libros
relacionados con el adiestramiento del sueño se han vendido alrededor del
mundo. Entre los más populares están aquellos escritos por el Dr. Richard
Ferber en EEUU y de su aprendiz el Dr. Eduard Estivill de España. La técnica de
adiestramiento que ellos proponen se basa en el abandono del bebé en su cuna
por periodos de tiempo que van incrementando sistemáticamente. La técnica
además involucra ignorar el llanto del bebé. Estos métodos que ellos proponen
en sus libros han demostrado ser métodos efectivos en lograr el objetivo deseado,
es decir, la mayoría de padres que siguen la receta al pie de la letra logran
que sus hijos duerman en sus cunas toda la noche. Sin embargo, lo que estos
padres no saben es que el precio a pagar por unas noches más reparadoras y sin
disrupciones puede ser muy alto. Estos libros no aluden a los efectos de este
adiestramiento a largo plazo. Pero eso es obvio. El objetivo de estos doctores
es lograr que los bebés duerman pues eso es lo que los padres quieren. El
objetivo nunca ha sido la felicidad del bebé, ni que los bebés se desarrollen
óptimamente. Todo lo que ellos recomiendan en sus libros a través de éste método inventado y sin respaldo científico, revuelve alrededor de la
necesidad de los padres.
El Dr. Ferber es
especialista en el área de la salud física y el Dr. Estivill es especialista en
trastornos del sueño. Ninguno de los dos es psicólogo infantil de manera que no
está dentro de su área de experiencia el aludir a los efectos psicológicos de
tal adiestrameinto. Interesantemente, el Dr. Ferber durante entrevistas
realizadas recientemente ha declarado públicamente que se arrepiente de haber
dado ciertos consejos a los padres a través de sus libros y publicaciones. Él
admite además que una práctica alternativa y muy respetable es el dormir cerca
de los padres como solución a lo que tanto él como Estivill perciben como un
‘problema’. El ‘problema’ del insomnio infantil. Es entendible que dos doctores
sin entrenamiento en psicología infantil y desde una perspectiva adulta
consideren que un hecho fundamentalmente biológico -tal como el despertar
frecuente de los bebés por la noche- sea un trastorno del sueño o un
problema que necesite remediarse. Un ‘problema’ que al parecer afecta al 100%
de los bebés humanos porque no hay bebé que duerma toda la noche y que prefiera
hacerlo en solitario. Me pregunto ¿qué les diría la madre naturaleza a estos
dos doctores si ella pudiera hablar? Seguramente la naturaleza lo tomaría muy a
pecho el que se implique que todos los bebés humanos vienen con falla de
fábrica.
Así es como funciona el
método Ferber o el método Estivill: No se empieza este entrenamiento antes del
tercer mes. Primero se los deja llorar por 5 minutos solos en sus cunas al cabo
de los cuales la madre (o el padre) entran a la habitación del bebé a
reafirmarle que todo está bien. No se los debe marcar. Simplemente se les
dice frases positivas que lo hagan sentir mejor y aún sigan llorando la madre
sale de la habitación dejándolo llorar por 10 minutos. Después se repite el
proceso y se los deja llorar por 15 minutos. El proceso se repite gradualmente
en incrementos de 5 minutos hasta que finalmente se ha entrenado al bebé a no
llorar por largos periodos de tiempo. Por lo general los intervalos de llanto
disminuyen porque el bebé aprende a no depender de sus padres o porque
simplemente está exhausto después de llorar por horas y su cuerpo
inevitablemente cae dormido.
Este método ha sido
efectivo para entrenar a muchos bebés, sin embargo, así los padres hayan
seguido la receta al pie de la letra, hay ciertos bebés que no responden a este
entrenamiento. Muchos desarrollan infecciones de oído por la congestión que
conlleva el llanto prolongado. Si ese es el caso, la receta recomienda a los
padres interrumpir el proceso mientras se recupera el bebé y retomarlo una vez que se termine la
dosis de antibióticos. Además, dado que este método asume que no habrá cambios
en los horarios y rutinas del bebe, algo tan simple como una salida a comer
durante las horas de siesta del bebé puede interferir con el proceso de
entrenamiento.
A pesar que éste método
es duro tanto para los bebés como para los padres quienes instintivamente
sienten la necesidad de consolar y de responder a su necesidad, los bebés por
lo general responden al entrenamiento. Con el tiempo se rinden y dejan de
llamar a sus padres con su llanto, lo cual se interpreta como que han aprendido
a dormir solos sin necesidad de ser arrullados o amamantados. Debido a que no
hablan, los adultos no sabemos que es lo que nuestros bebés opinan y sienten
después de haber pasado por esa experiencia. Sin embargo, los estudios
científicos nos dan una buena idea de que es lo que pasa físicamente dentro de
sus cerebros y de sus sistemas corporales. Hay un sinnúmero de estudios que han
demostrado que el llanto prolongado eleva la frecuencia cardiaca, eleva la
presión sanguínea en el cerebro, reduce los niveles de oxígeno y pone al
corazón en un estado de estrés. Los niveles de cortisol, de adrenalina y de
otras hormonas del estrés se elevan en gran medida, lo cual a la vez
impide el funcionamiento apropiado del sistema digestivo e inmunológico.
Estos son simplemente algunos efectos físicos de un entrenamiento poco
sensible, no se diga los daños psicológicos que son más difíciles de estudiar
puesto que no se ven.
Sobre los efectos
psicológicos del entrenamiento, apliquemos algo que ignoramos muchas veces
llamado ‘sentido común’ ¿Qué es lo que realmente aprenden los bebés a partir de
un adiestramiento basado en la negligencia y en el abandono durante una etapa
en la que son completamente dependientes de los adultos? Aprenden a desconfiar
y a no depender de sus progenitores. Aprenden a que sus necesidades y sus
llamados de auxilio no son importantes y que su mundo ahora es frío y
solitario. Aprenden que las palabras de amor y de consuelo que reciben durante
el día, no se aplican a la hora de dormir. Es muy posible que éstas
experiencias tan tempranas marquen de por vida su sentido de valor y de
autoestima.
A pesar de todos los
riesgos implicados en este tipo de entrenamientos, cabe aclarar que hay personas
a quienes consideramos ‘normales’ quienes fueron entrenadas a dormir con estos
métodos cuando eran bebés. Hay también personas que de adultas no pueden dormir
sin una televisión prendida o sin música de fondo. Es muy difícil para la
ciencia el poder determinar exactamente cuáles son las causas exactas de
ciertos trastornos o problemas tanto físicos o psicológicos porque, por lo
general, todo problema es causado por una combinación de factores. Sin embargo,
sea cual fuere tu preferencia o estilo de crianza, recuerda que es igual
de importante proteger la salud mental y física de nuestros hijos como lo es el
proteger la nuestra. Los padres que están privados de sueño no podrán ser
padres amorosos y efectivos. Por el contrario, serán padres cansados, gruñones y frustrados. Así que
pon estas dos cosas en la balanza. No nos sirve de nada el privarnos de
dormir para atender al bebé por la noche si es que eso implica que durante el día
vamos a estar mal genios y menos tolerantes. Existen otras maneras más sensibles
para entrenar a los bebés a dormir solos que no implican dejarlos llorar (Elizabeth Pantley propone un método sin lágrimas en sus libro "Felices Sueños") y hay
también la práctica del colecho , que pone al bebé más contento y al mismo
tiempo permite que los padres descansen mejor por la noche.
Tal vez más importante que lo que diga o no diga éste artículo, es saber escuchar tu voz interna de madre o de padre y hacer caso a TUS INSTINTOS. Si el dejar llorar a tu bebé te hace sentir culpable o te incomoda, por algo será. La naturaleza no nos diseñó para abandonar a nuestras crías por la noche. De hecho, lo más seguro es que si las madres de la edad de piedra hubieran dejado a sus hijos en otro lugar de la cueva por la noche, no hubiéramos sobrevivido como especie.
Sandra Ramirez M.S.E.
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